Cinco legados de Portugal en Río de Janeiro, Brasil.

 Declarada por la Unesco como Capital Mundial de la Arquitectura 2020, varios iconos arquitectónicos de la capital carioca tuvieron origen en los colonizadores portugueses, quienes también dejaron su huella en el deporte y el acento de los oriundos de Río. 

En 1808, cuando Napoleón Bonaparte invadió Portugal, la familia real portuguesa y su corte se mudaron a Río de Janeiro. La capital carioca se convirtió en la sede del reino y en la depositaria de la cultura, arquitectura y una historia que se perciben en su cotidianidad. Aquí, cinco legados de la herencia portuguesa en la Ciudad Maravillosa.

 Veredas

Los portugueses desarrollaron el arte de diseñar mosaicos de piedra en las veredas de sus ciudades y llevaron esta técnica a todos los países que colonizaron. En Río, la más acabada muestra está en la playa de Copacabana, cuyos empedrados -diseñados por el paisajista Burle Marx- son considerados la mayor obra de arte urbano en extensión y una de las principales marcas de la ciudad.

 Azulejos

Los paneles de azulejos portugueses están instalados principalmente en las paredes externas de edificios, palacios e iglesias. La pintura en azulejos portugueses se realiza casi siempre en los colores azul y blanco. El Museu do Açude, en el bosque de Tijuca, tiene una de las mayores colecciones de azulejos portugueses de los siglos XVII y XVIII en Río de Janeiro.

 Jardín Botánico

Creado por el rey Don João VI en 1808 para aclimatar las plantas de especias de las Indias Orientales, el Jardín Botánico actualmente alberga 6.500 especies de todo el mundo en 54 hectáreas y y fue uno de los grandes legados al país que le acogió durante su exilio.

 Biblioteca Nacional

En 1810 fue fundada la Biblioteca Real (actual Biblioteca Nacional) para albergar aproximadamente 60.000 piezas, incluidos libros, manuscritos, mapas, grabados, monedas y medallas, llevadas a Brasil por D. João VI. El actual edificio de la Biblioteca Nacional, en la Avenida Rio Branco, se inauguró exactamente 100 años después de esta fundación. Es un magnífico edificio con elementos neoclásicos y art nouveau, mezclados con estructuras de acero.

 Quinta da Boa Vista

Fue la residencia oficial de la familia real entre 1808 y 1889. Allí vivió todo el linaje de los Orleans de Bragança, y tanto Don Pedro II como su hija, la Princesa Isabel, nacieron en ese palacio. La construcción está instalada en la cima de una colina en el barrio de São Cristóvão y es uno de los más grandes parques de la ciudad, con aproximadamente 155 mil metros cuadrados. Conserva el paisajismo, monumentos y construcciones originales.

 

 Por: Carla Galindez

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